
Julia Laberinto
10/XI/22
Silenciosa madrugada y me encuentro repitiéndome, preguntándome a mí misma quién soy y quién no soy. Ardiendo en esta cárcel de deseo subterráneo, apantallado. No tengo palabras para revelar la mirada a este mundo real, a esta dimensión del verbo y todo lo compartido.
Lo que arde es un callejón, piedra sobre la piedra cuando se diluye antes de ser comunicado. Cómo de fascinante es que estés tan lleno de silencio y que tan solo te acerque la palabra que no digo.
Te miro en llamas y, como todo lo que arde, ilumina y desaparece.
